Terapia para el dolor crónico

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Terapia para el dolor crónico

Sinopsis. Terapia para el dolor crónico                                       

                 terapia para el dolor crónico. Alan Gordon padeció y superó su dolor crónico. Gracias a su teoría de retroprocesamiento  del dolor muestra como es posible solucionar  y abordar una problema de salud tan habitual  y complejo hoy en día. El dolor crónico en la mayor parte de pacientes se produce un mal funcionamiento de los circuitos cerebrales. Es posible cambiar los circuitos neuronales y apagar las señales del dolor. Gracias a la reconfiguración del cerebro es posible salir del dolor crónico. Y todo ello sin cirugía o pastillas y con estrategias que impedirán volver a pasar por esta enfermedad.

Análisis. Terapia para el dolor crónico

El cerebro de este joven podría cambiar el mundo

     En 2016 The doctors, un programa de entrevistas médicas, solicita sus servicios para curar a Casey un adolescente de 16 años con dolor pélvico crónico que incluso le  provocaba pérdida de conocimiento. Como muestra de superación del dolor se haría una resonancia magnética funcional antes y después. Esto marcó el inicio de uno de los estudios más innovadores en el dolor.

En segundo de carrera desarrollo un fuerte dolor de espalda, le incapacitaba para trabajar, para la vida social, e incluso a volver a vivir con sus padres. Después de estudiar la neurociencia del dolor, observo que su dolor era neuroplástico, no causado por lesión estructural sino en el sistema nervioso.  El interruptor del dolor se bloquea, quedando encendido y es lo que provoca el dolor crónico. No se trataba de curarse reparando el cuerpo sino el cerebro. Se curó y desde entonces tratar el dolor crónico ha sido el trabajo de su vida.

      Tanto en hipnosis como simulando un accidente automovilístico las personas sienten un dolor real incluso el 10 % después de un mes del accidente ficticio. Ello es debido a las creencias. Al igual  que el cerebro provoca el dolor puede eliminarlo. Los tratamientos físicos no ayudan pero los que se dirigen al cerebro pueden aliviarlo. De hecho Casey se curó y las resonancias antes y después así lo demostraron.

  Después de estos resultados le ofrecen  realizar un estudio del dolor de espalda en Boulder, Colorado. Con un mes y ocho sesiones de terapia de retro procesamiento del dolor el 98% de pacientes mejoró y el 66% estaba libre o casi libre de dolor. Además el escáner de resonancia así lo demostraban. Las técnicas cuerpo mente y la terapia de retro  procesamiento solucionan el dolor. Para aprender cómo hacerlo, se detalla en los siguientes capítulos.

El dolor es una señal de advertencia

           El dolor es una señal de advertencia, ayuda a proteger al cuerpo de posibles daños. Sin embargo el dolor neuroplástico no se debe a un daño físico sino a una falsa alarma del cerebro que interpreta de forma errónea los mensajes. Se sensibiliza a esta alarma y se cronifica. Sin embargo igual que el cerebro aprende el dolor puede desaprenderlo. Esta terapia entrena, reconfigura y desactiva el dolor. Se  desarrollan nuevas conexiones neuronales apr9vechando la plasticidad del cerebro. Solo es necesario saber porque el cerebro malinterpreta mensajes para prevenirlo. El combustible que alimenta el dolor es el miedo.

Salvo el miedo no hay nada que temer

 

     El miedo nos pone en modo de alerta. Además engrandece las señales de peligro como el dolor. El miedo es capaz de generar dolor. Hay muchos factores capaces de provocar estado de alerta : situaciones estresantes, factores del pasado ( familias problemáticas, ser objeto de acoso…) y tres hábitos (preocupación, presión y autocrítica ). Ser severos con nosotros mismos, presionarnos en exceso o preocuparse excesivamente activa el sistema de amenaza del cerebro.

    El dolor puede aparecer de la nada o en situaciones estresantes y una vez que surge se mantiene y refuerza por el miedo al propio dolor cayendo en un bucle dolor-miedo. La forma en que se reacciona al dolor determinará si persistirá o desaparecerá. El miedo al dolor incluye emociones como frustración, desesperación, estrés, angustia, ansiedad, tristeza y todo lo que ponga el cuerpo en alerta máxima.

El primer objetivo es retroprocesar o cambiar  la forma en que el cerebro interpreta el dolor. Se trata de enseñar al cerebro que el dolor no es peligroso. Es difícil pero es la forma de desactivar el dolor.  El segundo objetivo es fomentar la sensación de seguridad.

Adoptar una nueva perspectiva

Para eliminar el dolor neuroplástico hemos de creer que no se debe a un daño físico. Que se debe a un error del cerebro, de esta forma el miedo desaparece. Para ello es necesario superar tres barreras:                                                                                                                                           * biológica :reaccionar al dolor físico como si fuera una lesión real                                                                                                                                      * respuestas condicionadas : el dolor se vincula a una postura o actividad física. Es el cerebro el que crea conexiones, (sentarse-dolor, andar-dolor…) y estas respuestas pueden estar muy arraigadas . Además hacen difícil creer que el dolor está en el cerebro. Sin embargo igual que  aprendemos y asociamos estas conexiones podemos desaprenderlas.

*Diagnósticos médicos: refuerzan la idea de que algo no funciona en el cuerpo pero no es así, el cuerpo funciona perfectamente.

¿ Cómo superar estas barreras ? Con la evidencia. Cuantas más pruebas tengamos de que al cuerpo no le ocurre nada, más fácil será creer que el responsable es el cerebro. Para ello observamos que el dolor no se rija por un patrón habitual. Cuando disfrutamos del momento, privamos al dolor de su combustible, el miedo. Por ejemplo  charlando con amigos  observamos que no hay dolor a pesar de estar en una postura que si lo produce, esto sería una prueba. Encontrando y recopilando estas excepciones  o pruebas  es fácil creer que  el dolor proviene del cerebro y no de lesión alguna. Además es conveniente reforzarlas, realizando por ejemplo  una lista con ellas para  no dudar  en estados de dolor. 

 El seguimiento somático. Terapia para el dolor crónico

    El dolor neuroplástico parece grande y poderoso, pero una vez que observamos que es un error del cerebro pierde su poder. Investigar el dolor sin miedo es lo que se denomina seguimiento somático. Hay tres componentes:

Mindfulness: prestar atención de manera intencional al momento presente sin juzgar. Observar el dolor de forma consciente es sin miedo. Esto incrementa la sensación de seguridad, desactiva los circuitos cerebrales del miedo y ayuda al cerebro a interpretar correctamente las señales. No es fácil cuando se ha temido al dolor durante mucho tiempo.

2º Enviar mensajes de seguridad al cerebro. Cuantas más pruebas tengamos más firmes y eficaces son los mensajes de seguridad.

3º Inducción de afecto positivo o estado de ánimo lúdico. Relajar el estado de ánimo mediante videos, canciones divertidas y observar las reacciones internas de forma natural, con tranquilidad  y con curiosidad. Esto refuerza la sensación de seguridad.

Por tanto dedicar unos minutos a observar la sensación corporal que percibimos ,que es segura, sin juzgar y sin hacer nada con ella, disfrutando del espectáculo. El cerebro reprocesa las señales y las asocia con seguridad. La actitud es importante.  Dos pautas ayudan a conseguirlo:

  • Disminuir la intensidad: Observar el dolor con intensidad y falta de confianza en modo halcón es la tendencia común por la relación afectiva prolongada de un paciente con su dolor crónico. Es otra forma de prestar atención, que se asemeja con disfrutar de una puesta de sol y con la naturalidad , curiosidad y carencia de esfuerzo.
  • Independencia de resultados. La independencia de resultados a corto plazo ayuda a conseguir el resultado a largo plazo de eliminar el dolor. La actitud a tomar es  que el dolor es seguro,  así el cerebro aprenderá esta lección y el dolor desaparecerá.

El proceso. Terapia para el dolor crónico

     El miedo que produce el dolor refuerza el mensaje de peligro. Por ello hay que exponerse al propio dolor. La forma es el seguimiento somático de forma segura para reconfigurar el cerebro. Pero al enfrentarse a el pueden ocurrir dos cosas: que se reduzca o que se aumente. Por  ello es necesario saber como exponerse.

      La experiencia correctiva

Es sustituir la asociación antigua de  dolor=miedo  por otra que asocie dolor =seguridad. Sentirse seguro  en la exposición al miedo es una .Con bastantes experiencias correctivas el cerebro aprende que las señales que proceden del cuerpo son seguras.

Sin embargo si en la exposición  aparecen sentimientos de peligro, el miedo se vuelve más poderoso  y se denomina recaída. Estas recaídas suceden y son temporales y parte del proceso. Confiar en el proceso y mantener el rumbo a pesar de las dificultades llevará a la recuperación. 

 

     La conducta de evitación.

Consiste en eludir el temor. Utilizadas con estrategia son una importante herramienta para vencer al miedo.  Cualquier cosa que la persona hace para reducir el dolor o evitar que se desencadene es una conducta de evitación. Por ejemplo darse un masaje en la zona, utilizar almohadillas térmicas, tumbarse a oscuras, etc. Las conductas de evitación  son una forma de vida.

   Para ganar es necesario maximizar las experiencias correctivas y minimizar las recaídas. El proceso irá marcando qué debemos hacer y en qué momento. Paciencia con el seguridad y confianza de que siguiendo los pasos el dolor desaparecerá. Además no aterrorizarse con las recaídas son normales. Una actitud de preocuparse o castigarse por ello solo pondrá el cerebro en alerta máxima que es lo que hay que evitar.

Cuando el dolor es intenso

    El cerebro con dolor intenso siente un gran peligro. Por ello no se realizarán experiencias correctivas o seguimiento somático. Se trata de minimizar las recaídas y para ello se realizan conductas de evitación. Realizar todo aquello que haga que la persona se sienta más cómoda. Seguir adelante pase lo que pase con empoderamiento lleva a una recaída pues el cerebro está en alerta máxima y se refuerza que es peligroso.

     Aparecen pensamientos de miedo y desesperación  «nunca conseguiré salir del dolor » que hacen caer en más miedo. Por ello es necesario enviarse mensajes de seguridad, «voy a estar bien» …»confío en el proceso». No solo repetirse esto sino creer en ello.  Es importante para romper el ciclo «dolor-miedo» y minimizar las recaídas.

Cuando el dolor es bajo o moderado

    Se puede seguir con conductas de evitación para estar más cómodos y experiencias correctivas por el seguimiento somático. El objetivo a corto plazo no es eliminar el dolor (es a largo plazo) sino sentirse bien con la exposición No se trata de forzar ni cambiar nada. Así se refuerza la idea de que el dolor no es peligroso.

Si se siente como tarea o el dolor se hace más fuerte es necesario parar. Si nos sentimos bien relajados y seguros entonces se estará realizando de forma segura. La calidad es más importante que la cantidad. La experiencia en este ejercicio dará información sobre lo que mejor funciona. El objetivo es disfrutar sin desaprovechar experiencias correctivas. Si nos obsesionamos con el seguimiento somático hay que reducir su frecuencia. Si disfrutamos se practica todo lo que se desee.

Cuando no experimentamos dolor

    No se pueden realizar experiencias correctivas y no hay riesgo de recaídas.

      A medida que avanza el proceso. 

Las personas tienden a emocionarse cuando no hay dolor y decepcionarse cuando aparece. Esto refuerza el ciclo dolor-miedo. Es muy útil cambiar de perspectiva y verlo como una oportunidad. La única forma de tener expecirencias correctivas es mediante el dolor. Con lo cual es una oportunidad para reconfigurarlo. Incluso se pueden realizar  posturas empoderadas y buscar oportunidades para realizar el seguimiento somático. Es decir buscar una actividad que lo desencadene como caminar. En cualquier caso el empoderamiento hay que llevarlo con calma sin querer ir demasiado rápido.

     Ráfagas de extinción. 

Cuando los síntomas empiezan  a remitir y hay progreso, puede aparecer dolor intenso y la persona se desespera y se vuelve al ciclo dolor-miedo. Se llama ráfaga de extinción. Los comportamientos no desaparecen sin luchar. Esta ráfaga es una exacerbación del dolor original. La forma de proceder es la misma : seguir enseñando al cerebro que es seguro y la ráfaga pasará. Si aparece pensar «voy por buen camino»,  «es una señal de que el dolor está en vía de extinción» «es temporal» o «estoy a salvo».

          Tenemos que confiar en el proceso pero también en nosotros. Si algo nos hace sentir seguros y tranquilos seguimos haciéndolo. Si algo nos provoca dolor o miedo descansamos. Se trata de mostrar al cerebro de forma gradual y suave un nuevo camino.

 

Romper el hábito de la alerta máxima. Terapia para el dolor crónico

       Cuando el cerebro se haya en alerta máxima es más sensible al dolor. Es importante conocer y reducir estos comportamientos . De esta forma se pueden hacer ajustes en las conductas diarias para mantener el cerebro más tranquilo y reducir el dolor. Así se facilitan experiencias correctivas y se reduce la posibilidad de retrocesos. 

   Saber  afrontar la incertidumbre  es necesario.  Cuando nos preocupamos por un resultado o por una decisión es necesario darnos mensajes de seguridad para reducir la alerta máxima. Por ejemplo «pase lo que pase todo irá bien «. Cuando dejamos a un lado la preocupación la vida puede mejorar notablemente.

                 Sentirse atrapado

Ante  los síntomas son situaciones que suceden en el dolor crónico. Y conducen a un estado de alerta máxima que empeora el dolor. Por ello hay que utilizar las conductas de evitación cuando el dolor es alto. Y no ponerse en situaciones en las que no se puedan realizar las conductas de evitación. Saber que en esas situaciones es posible ponerlas en práctica hace sentir a la persona relajada y segura. Por ejemplo una persona con sequedad crónica de boca, que se sentía atrapado cada vez que no tiene acceso a la bebida, llevar una botella de agua siempre.

Y si llega una situación de sentirse atrapado y no se puede evitar el dolor  entonces recurrir a la reevaluación de seguridad. En media hora podré salir de aquí, comprarme una botella de agua y sentirme bien. Esto es temporal, todo va a ir bien, son solo unos minutos. En una hora estaré bien disfrutando de la tarde.

                  Cambiar las conductas que nos ponen en alerta.

 Es conveniente analizar que conductas en cada persona llevan a la alerta. Una vez conocidas se establece un plan para ayudar a frenarlas. Por ejemplo si es revisar el  móvil lo que la produce ,reducir las veces que se revisa, etc. Estos cambios crearán seguridad y confianza y ayudarán a dominar el proceso y conseguir la victoria sobre el dolor

Cómo sentirse bien. Terapia para el dolor crónico

 

    El miedo facilita que seamos propensos a malinterpretar  sensaciones  seguras del cuerpo como si fueran, peligrosas. Por el contrario las emociones positivas tranquilizan el cerebro y calman el dolor.

             Entrenar el cerebro y para ello debilitamos las asociaciones que conducen al dolor (miedo, peligro, ansiedad ) y reforzamos las que conducen a seguridad, calma y libertad. Tener pensamientos negativos refuerza las asociaciones del dolor, por el contrario buscar sensaciones físicas positivas es reforzar el sentirse bien y alejarse del dolor.

        Compasión hacia uno mismo.  Se trata de cambiar la forma en que nos tratamos a nosotros mismos. Merecemos ser tratados con amabilidad y respeto.

            Capturar nuestros miedos. 

Se puede decidir no tener pensamientos automáticos negativos. Esta técnica tiene tres pasos.1º  fijarse en el pensamiento que produce miedo (no es fácil, porque no nos damos cuenta de ellos). 2º No creerlo. En lugar de darle vueltas e imaginar consecuencias negativas, dejarlo pasar. 3º Enviarse mensajes de seguridad. Es decir sustituir el pensamiento negativo por otro que de positividad. Cuando se afrontan los miedos el dolor disminuye. La preocupación, la presión y la crítica mantienen el estado de alerta, por ello es necesario manejarlos bien.

 

  De la mente al cuerpo. 

De igual forma que entrenamos a la mente al cambio de pensamientos hacia la seguridad y confianza se puede hacer con las sensaciones físicas. La persona ha aprendido las sensaciones  corporales negativas de dolor y  es necesario conectar con  las sensaciones corporales positivas que nos hacen sentir bien.

Escanear las amenazas. 

En este caso las personas con dolor crónico sienten que las amenazas están en su cuerpo. Por eso lo exploran en busca de problemas es la «hipervigilancia». Es una alerta máxima interna. Se está tan centrado en buscar las sensaciones negativas que se olvidan de las positivas. Conectar con las sensaciones positivas es una forma estupenda  de conseguir una relación más sana con el cuerpo.

           Abrazar las sensaciones positivas. 

Padecer dolor provoca que no podamos confiar en el cuerpo que es peligroso y se convierte en el enemigo. Es necesario entrenarse en sensaciones de bienestar que permitan que surjan de forma automática como un hábito. Por ejemplo prestar atención al sol, la brisa de los árboles, el sonido de los pájaros. El cuerpo se siente seguro y aprendemos de nuevo a confiar en él. Si trabajamos  la autocompasión, afrontamos los miedos y sentimientos positivos ayudamos al  cerebro a sentirse seguro.

 

Recaídas, resiliencia y recuperación. Terapia para el dolor crónico

 

        Las recaídas son normales. Se trata de volver a estar sin dolor y ya se ha logrado más veces. Se producen por tres motivos : un acontecimiento estresante que pone al cerebro en alerta máxima y desencadena el dolor. Antiguos hábitos como conductas de alerta o pensamientos negativos.  Que la persona se lesione o piense que se ha lesionado ( la preocupación por ello les lleva de nuevo al ciclo dolor-miedo ). Tienen tres etapas:

1º Fase: pánico.  La recaída es desmoralizadora, causa pánico y terror volver al dolor. Es necesario centrarse en transmitirse seguridad .

2º Fase: forzar.  Es realizar el seguimiento somático en lugar de autocompasión y seguridad  de forma natural, con presión y desesperación. Hacer que el cerebro se sienta seguro no solo con técnicas sino con el espíritu.

3º Fase: o sí, así es como funciona. El cerebro aprende que es una falsa alarma, que las sensaciones se han interpretado de forma errónea y son seguras,   la actitud cambia se supera el dolor.

            Es imposible no pasar por las tres fases y asustarse en la primera y desesperarse en la segunda. Siempre hay que tener en cuenta que tendrá un final feliz, y a pesar de lo duro del camino nos recuperaremos.

            Mayor resiliencia, menor miedo.

 Es útil en todas las fases del proceso: recaídas, ráfagas de extinción y retrocesos. Las recaídas brinda la oportunidad de trabajar la resiliencia . Además desarrollar la resiliencia reduce el miedo. Nos recuperaremos y cuantas más veces nos recuperemos, mayor es la confianza en la capacidad de recuperación. Si el cerebro conduce a la desesperación es porque se han creado vías neuronales para ello no porque la situación sea grave. Ejercitar la autocompasión, percibir nuestros miedos, enviarse mensajes de seguridad aumentarán la capacidad de resiliencia y de recuperarse de la adversidad.

           El gran motivador. Terapia para el dolor crónico

Incluso cuando el dolor haya desaparecido, es necesario seguir aplicando al menos dos técnicas en la vida diaria  para tenerlo alejado y que no vuelva a aparecer. El objetivo es garantizar que está calmado el sistema de alerta y el cerebro se encuentra seguro. Todas las técnicas son válidas: seguimiento somático, conductas de evitación, mensajes de seguridad, reducir hiperestimulación, evitar sentirse atrapado, gestionar incertidumbre, captar los temores o abordar las sensaciones positivas (por ejemplo la respiración ).

        Se requiere tiempo para instaurar nuevos hábitos y práctica para crear nuevas vías neuronales. Cada día se va modificando el cerebro: cada miedo es una oportunidad para trabajar la seguridad, cada contratiempo para desarrollar la resiliencia, etc. Estas son las herramientas para curarse a sí mismo de dolor crónico y están dentro de nosotros.

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Sobre el autor. Terapia para el dolor crónico

Alan Gordon trabajador social clínico y psicoterapeuta especializado en dolor crónico. Profesor adjunto en la universidad de California. Ha desarrollado un estudio sobre la eficacia de su Terapia de Retroprocesamiento del dolor (TRD).

 

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